DOS MINUTOS
Luis García Dubus
EL POBRE IMBÉCIL Y EL POBRE LÁZARO
Lucas 16-19-31
El tema de la parábola que aparece en evangelio de hoy (Lucas 16,19-31) es muy simple. Habla de una persona rica que vive regodeándose y gozando de su fortuna. La gente lo llama el rico epulón. Epulón es un adjetivo, no un nombre, y significa “el que vive para darse gusto”.
Entretanto, sin que al rico le importe en absoluto, hay a su lado un hombre pobre que termina muriendo hambriento, enfermo y solo. Este otro sí tiene nombre. Se llama Lázaro = Eleazar = Dios ayuda.
La cosa termina en que aquel que tantos gustos se daba, termina en el infierno del fracaso.
La razón del fracaso de su vida no es, ciertamente, el hecho de que fuera rico, sino el hecho de que no ha ofrecido su ayuda al pobre enfermo y hambriento que se consumía a su puerta.
A él podía aplicársele la siguiente frase:
“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado, no será escuchado cuando grite” (Proverbios 21,13)
Al pobre rico – “quien más bien parece que era un imbécil” – como escribe Augusto Guerra, – sólo le faltó ver, descubrir a Jesucristo en Lázaro y compadecerse de él.
****************
¡Qué difícil es que llegue a tener compasión aquel que ha triunfado económicamente y vive para darse gusto e importancia!
Y la vida de quien tiene de todo, pero no tiene compasión, termina en un fracaso total. Esto lo hemos visto una y mil veces.
El recordado P. Dubert, modelo de humildad y sabiduría, escribió que era “muy difícil encontrar ricos que oyeran la llamada del Señor para hacer disfrutar a otros de su bienestar económico.”
Y así se pierden del más grande placer humano, la mayor realización que una persona puede experimentar:
Abrirse al amor de Dios,
y recibir un amor que se desborda
en forma de compasión con los otros.
La persona que recibe esto, se da cuenta de que, lo que tiene – sea dinero, conocimientos, posiciones – sea lo que sea, es algo que ha recibido, y que usarlo para hacer bien a los demás es la única forma cristiana y eficaz de lograr su propia felicidad.
¿Qué significa tener compasión?
Compadecerse no es tenerle pena a alguien, sino más bien compartir con alguien su pena. (Compadecer es “padecer con”)
Jean Vanier, fundador del ARCA, afirma:
“Compasión es una palabra llena de sentido. Significa sufrimiento... aceptar en mi corazón el dolor del tuyo. Talvez no pueda aliviar tu dolor, pero al comprenderlo y compartirlo, te hace posible soportarlo de una manera que enaltece tu dignidad y te ayuda en tu propia superación”.
El mejor ejemplo de lo que significa compasión lo tenemos, naturalmente, en la persona de Jesucristo. Y quizás la mejor descripción en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,35)
Allí aparece El auxiliándonos a usted y a mí cuando caemos heridos por la vida.
“Dichosos los que saben usar sus riquezas, de cualquier tipo que sean, para hacer el bien a los demás sin orgullo, ni prepotencia, ni vanidad, porque serán felices, y harán felices a los que los rodean”. Monseñor Ramón Benito de
NOTA Si usted puede, no se pierda los artículos del P.Marte en el semanario Camino. ¡Excelentes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario