domingo, 27 de junio de 2010
Unidos en la Fe (TONY CANAHUATE)
Esta es es la Fe que necesitamos, realmente no somos dignos de que Dios entre a nuestras casas, pero El entra y hace espacio. Permitamosle que todo lo que nos rodea sea su espacio y vivamos dentro de El. Como dice Pablo, no soy yo, es Cristo que vive en mi.
Jesus, te necesitamos, te queremos, no somos dignos de que entres en nuestra casa, pero por favor, no mires nuestras faltas y ten misericordia de nosotros.
Jesus, personalmente, tu conoces mi necesidades. Tu sabes mis tribulaciones. Tu sabes que no puedo con mis cargas y preocupaciones. Te presento todo mis alegrias y fracasos. Mis tristezas y mi euforia. Mis pecados y mis virtudes. No tengo mucho que ofrecerte, pero lo que soy lo dejo en tus manos. Te ruego señor, tengas misericordia de mi.
Animo Hermanos!!!!
TC.
Día litúrgico: Sábado XII del tiempo ordinario
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Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al
centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».
Comentario: Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano
Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).
Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).
¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.
Por Luís García Dubus
VOCACIÓN, METAS Y SENTIDO
Lucas 9, 51-62
El muchacho quería estudiar en la universidad, pero la mamá era viuda y no podía costearle sus estudios.
Entonces pensó que si ella ponía un tarantín en la acera de enfrente de construcciones grandes, y vendía allí frituras, podría ganar dinero suficiente, y así lo hizo. Finalmente, cinco años después el hijo se graduó de abogado.
No llegué a conocer a doña Amparo, pero sí conozco a su hijo. Fue precisamente él quien me contó esta historia. Me dijo que el día de su graduación fue el día más feliz de la vida de su madre. ¡Había logrado su meta!
Conozco otro caso de un joven que estudió Medicina, y desde que terminó su carrera se dedicó, como todo buen médico, a ayudar a las personas a aliviarse de sus enfermedades. Y lo hizo como un verdadero médico de vocación, poniendo más interés en el bienestar del paciente que en el dinero que iba a cobrarle.
Me imagino las muchas ocasiones en las que tanto doña Amparo como el Dr. Santoni se sintieron cansados y con deseo de abandonar tantos sacrificios. Pero ellos no se rindieron
Estaban siguiendo un llamado, una VOCACIÓN y ser obediente a la vocación de servicio, tanto de una madre como la de un auténtico médico hicieron que sus vidas tuvieran SENTIDO
En el evangelio de este domingo, aparece una frase del Señor:
“EL QUE PONE LA MANO EN EL ARADO Y SIGUE MIRANDO ATRÁS, NO VALE PARA EL REINO DE DIOS”
Yo creo que doña Amparo y el Dr. Rafael Santoni Calero han demostrado que valen para el Reino de Dios. Ellos han seguido adelante a pesar de tropiezos y dificultades. Ellos han comprendido su vida como la consecución de una META, como el seguimiento de una VOCACIÓN, y esto es lo que dio SENTIDO a sus vidas.
Y dice una frase llena de sabiduría, que “muerte es sólo una vida sin sentido”.
LA PREGUNTA DE HOY
¿TIENE CADA PERSONA UNA VOCACIÓN?
Ciertamente, así es. La palabra “vocación” viene del latín “vocare”, que significa “llamado”, y cada persona tiene ese llamado en su interior, aunque quizás él o ella no hayan estado allí suficiente tiempo para descubrirlo.
Y sólo quienes están siguiendo su vocación personal, cumplen el plan de Dios para con ellas, lo cual les proporciona felicidad auténtica ahora, y completa después.
Esto tiene lugar cuando uno descubre los talentos que Dios le ha dado, y los pone al servicio de los demás.
Puede que sea curando personas, o friendo plátanos. Eso no importa. Lo único importante es descubrir su propia vocación y realizarla.
Dichoso Jesús, que SIEMPRE OBEDECIÓ AL PADRE Y CUMPLIÓ LA MISIÓN que le encomendó a la perfección, y dichoso todo aquel que lo siga, cumpliendo su vocación sin renunciar a ella, hasta el último día de su vida.
Retiro de Mujeres Emaus Oriental
domingo, 13 de junio de 2010
Dos Minutos
Por Luis García Dubus
PERDÓN – AMOR
Lucas 7, 36-8,3
“¡Esto es un escándalo, padre!” “¡Usted no puede permitir que esto siga sucediendo! ¿Cómo es posible que un bandido como R.T. esté comulgando aquí con frecuencia...?”
La persona que así se expresaba estaba tan nerviosa e incómoda que ni siquiera reparó en mi presencia, mientras se dirigía a un párroco.
“Mire”, dijo el sacerdote en voz baja, “yo no puedo juzgar el interior de una persona así que...”. No sé que más dijo, porque en ese momento me retiré.
Por el camino iba pensando lo lamentable que era que muchas personas “buenas” juzgaran a los demás como “malos”, sólo porque creen que ellos se han ganado el amor de Dios y los otros no.
En el evangelio de este domingo, aparece un “bueno” y una “mala”. Simón, un “bueno”, había invitado al Señor a su casa. Cuando estaban comiendo se acercó una mujer y comenzó a lavarle los pies al Señor.
La mujer era una pecadora, y Simón lo sabía. De modo que pensó:
- “Este, si fuera profeta, sabría que esa mujer es una pecadora...”
Para Simón, el “bueno”, era inconcebible que el Señor acogiera con cariño a una mujer “mala”. El no había entendido que DIOS ES AMOR y que su amor es incondicional y gratis.
Y ese Dios, el Dios que revela Jesucristo, me da hoy un mensaje claro: que muy por encima de todas mis debilidades, está su amor, su comprensión y su interés por mí.
Que el amor de Dios no hay que merecerlo, ni ganárselo, porque no es un “pago”: es un regalo, es un don, es GRATIS.
Que el Señor no nos quiere porque seamos “buenos”, sino porque somos “HIJOS”.
Y, que, por tanto, frente a Dios lo único que vale es saber que uno es imperfecto, y dejarse perdonar.
De este modo el Señor nos preferirá, puesto que fue El quien dijo:
“NO HE VENIDO A CURAR A LOS SANOS,
SINO A LOS ENFERMOS”.
Hazme percibir tu cariño, Señor, no obstante y a pesar de mis miedos, y de mis insensatas creencias de que tengo que merecérmelo y luego pagártelo.
LA PREGUNTA DE HOY
¿LA MUJER SE GANÓ EL PERDÓN DE DIOS SÓLO PORQUE LE LAVÓ LOS PIES?
No. Es al revés. No fue ella perdonada porque amaba, sino que amaba porque había sido perdonada.
El amor nuestro a Dios es siempre una respuesta, y, si nosotros no amamos a Dios, es probablemente porque no hemos percibido las muchas veces que él nos ha perdonado comprensiva y amorosamente.
Nada puede uno hacer mientras crea que la salvación se gana por el cumplimiento de la ley; porque “nadie queda rehabilitado por cumplir la ley” (Gálatas 2,21).
LA SALVACIÓN ES UN DON, EL DON ES LA GRACIA,
LA GRACIA ES EL PERDÓN SIN QUE UNO SE LO MEREZCA, Y ESE ES EL ÚNICO ORIGEN
Y LA ÚNICA FUENTE DEL AMOR.
“Por eso existe el amor: no porque amáramos nosotros a Dios, sino porque él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo Único para que expiara nuestros pecados” (Juan 10)